Me fumo hasta las letras.
Aspiro la sapiencia de otros.
Me contagio con sus humos.
Aliento mis pulmones buscando el significado
de cada uno de sus incendios internos.
Me es imposible leerles sin que me duela la voz,
sin dañarme el alma.
Enciendo otro cigarro.
Recuerdo sus cenizas.
Retomo la sensación de las colillas de sus frases en mis labios
y me pregunto si tendré tiempo y espacio para consumir a todos.
Calada a calada me vuelvo más adicta a la nicotina de sus páginas;
reconozco el mono sólo cuando las mías todavía siguen en blanco.
Descanso tras absorberles.
Asimilo lo leído.
Miro por la ventana.
Recobro el aliento.
Observo el alquitrán y respiro otro aire… … esta vez, menos puro.
Jara Bedmar
Madrid, España, 1980
Y que mejor para fumar que las letras que en lugar de matarnos nos dan vida ??
No una ni dos......muchas. Quien se empapa en la lectura , vive muchas vidas.
Buen día.
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