Esta escultura no está en mi pueblo, pero podría estar perfectamente, porque para canteros, en Calatorao !!
Hace mucho tiempo vivía en un pueblito de Zuberoa un cantero. A pesar de que su trabajo era muy necesario y respetado, el no estaba contento puesto que era muy duro y fatigoso.
En aquella época en estas tierras había muchos Lamiñaku, pequeños seres con los poderes de las brujas pero sin su maldad y el cantero se encontró con uno de ellos
-¿Que te ocurre cantero?¿no eres feliz?
-Pues la verdad es que no. Esto de picar la piedra es muy fatigoso y apenas gano para vivir bien. ¡Ojala fuera rico!
-Si eso es lo que quieres, eso serás
Y le hizo rico
Al principio disfrutó mucho de su nueva situación y de sus criados y de sus lujos, pero pronto se cansó
-Si, soy muy rico, pero no soy poderoso
Y el Lamiñaku se volvió a aparecer y le dijo
-¿Que ocurre ahora?¿no eres feliz ahora?
-Si, soy rico, pero no tengo poder, ¡Ojalá fuera emperador!
Y el Lamiñaku le hizo Emperador
Ahora si que disfrutaba de su condición. Era el Emperador! Todo el mundo le obedecía y acataban sus ordenes sin dudarlo. Y así llegó uno de los veranos más calurosos que se recuerdan y no había un solo lugar en donde estar fresco. Y así el Emperador pensaba
-Vaya calor, y yo el Emperador no puedo hacer nada eso es que el sol es más poderoso que yo, ¡Ojalá fuera sol!
Y de nuevo el Lamiñaku se apareció y tras escucharle le convirtió en sol
De nuevo estaba feliz como sol, cuando una nubecilla se puso delante de el y le tapó y pensó que esa nubecilla era más poderosa que él y deseó ser nube
Y el Lamiñaku le convirtió en nube
Ser nube si que era divertido. Podía ir y venir, arreciar con su lluvia a quien quisiera y entonces se fijó en una dura roca que permanecía inmutable antes sus poderosas lluvias y pensó que esa roca era más poderosa que él así que deseo ser roca.
Y el Lamiñaku le hizo roca
Pero al poco de ser roca sintió unos martillazos terribles y comenzó a partirse en pedazos y gritó:
-El cantero es él más poderoso puesto que rompe la piedra en mil pedazos ¡Ojalá yo fuera cantero!
Y el Lamiñaku le hizo cantero de nuevo
-Tienes una cosa y quieres otra- le dijo- Ya lo ves, estas igual que al principio. Mejor será que de ahora en adelante seamos cada uno lo que somos: tu cantero y yo Lamiñaku
y desapareció para no volver, pero el cantero tampoco le echó en falta y nunca mas volvió a quejarse de su suerte.
De por ahí.
Es inherente a la condición humana : querer ser lo que no se es y tener lo que no se tiene.
De unos mas que de otros, desde luego.
Buen día.
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