El rosal
tenía
una sola flor.
El muro del patio,
tres peces pintados:
un pacú,
un manduví,
un amarillo.
En un rincón,
una damajuana.
Un desvelo temprano
ahogó
las redes
en las aguas mansas.
El pescador
volvió
pasado el mediodía.
El sol
no brillaba
en sus manos vacías.
Lo esperaban
una damajuana,
tres peces pintados
y una sola flor.
Silvia Lammarino
Con este poema naif y encantador, os deseo que disfruteis de un inolvidable miércoles.
Y que nunca volvais con las manos vacías.........
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