Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura......
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
¡Ayúdame a mirar!
Del " Libro de los abrazos " Eduardo Galeano.
Cuanto daría por seguir teniendo la naturalidad y la inocencia de los niños !!
Cuantas cosas vamos dejando en el sendero de la vida.
Se está acabando el año, haced inolvidables los días que quedan.
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