“Que no se vaya el día diluido en el viento,
que no se muera el alma detrás de los fracasos…”
Voy a bordar de tibias lentejuelas
este instante que es mío,
a tapizar de fresas y esperanzas
su borde inmaculado.
Mientras mañana, o todos los momentos
que velan tras el muro de las horas
permanezcan ocultos,
voy a tomar alegre de la mano
el sol que ya comienza a besar mi butaca,
el vaivén de las hojas
que sobrepasan libres los últimos balcones,
el perro que dormita confiado.
Voy a beber la copa del silencio
que siembra paz y amor en el ambiente
para elevar un brindis de ternura
por el dulce recuerdo
de todos mis amigos.
Ahora, cuando el pájaro del sueño
revolotea lejos de mis cuatro paredes,
voy a gustar el vino sorbo a sorbo
de este instante de luz que me acompaña
Teresa Berenguer
Madrid en 1932
Empezamos semana a tope, cargadas las pilas y dispuestos a comernos el mundo.
Buen día.
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