Cuando todo sea automático,
habrá una niña rubia con unas trenzas
que no serán automáticas.
Y se desenredará el pelo
con un peine delante de un espejo.
Y algún día, llorará,
y sus lagrimas no serán programadas
por ninguna ficha perforada
de ninguna computadora.
Cuando todo sea automático
un pájaro caerá de un nido
e irá a esconderse,
con torpes aleteos,
entre unos matorrales.
Y allí esperará con el corazón palpitante
-el corazón palpitante de los pájaros-
a que su hermano mayor
le enseñe la forma de volver a casa.
Cuando todo sea automático,
una confianza antigua
sabrá decir en unos ojos:
“Este es amigo mío”, y una mirada
-en un lenguaje no codificado-
bastará para conocer si nuestro padre
ya no está enfadado con nosotros,
o si, a pesar de ser tan alto y tan fuerte,
está preocupado o tiene miedo.
Cuando todo sea automático,
jugaremos con nuestros compañeros
y felicitaremos al que ha vencido
en una competición deportiva,
y al que involuntariamente
hemos dado un golpe
le diremos con una palmada en la espalda:
“Perdona, chico, ha sido sin querer”
Y este gesto
no puede sustituirlo máquina alguna.
No habrá máquina capaz de decir
lo que siente
cuando se está solo en medio del campo
y se oye una algarabía de grillos
y la luna se levanta en el horizonte,
con la misma lentitud
con que maduran las manzanas.
No habrá máquina capaz
de trotar como un potro en una pradera,
o de asustarse
con la gracia de una gacela sin nombre,
o decirle al delfín que se esté quieto.
Los mayores inventos
no lograrán reproducir el correr de un río,
y el olor de los encinares
en las tardes de verano,
y el color del mar
cuando llega a una playa salpicada de palmeras.
Cuando todo sea distinto a como es,
todavía se perderá un niño en una feria,
y otro se estremecerá
al escuchar un cuento de una princesa
y otro mirará caer la lluvia
detrás de los cristales, y mientras la mira,
sin saber qué le ocurre,
empezará a hacerse hombre.
Y cuando sea hombre,
sabrá que su principal descubrimiento,
su principal invento, su principal progreso
es él mismo y su aventura de ser hombre.
Podrá superarlo todo
-el hambre, el odio,
el aburrimiento, el cansancio,
la injusticia, las guerras-
pero no podrá desprenderse
de sus recuerdos y olvidos,
de sus sentimientos y creencias.
Siempre habrá una razón
-que sólo el corazón conoce-
para creer,
para rezar,
para amar
para hacer o recibir una caricia.
Cuando parezca que todo está previsto,
habrá todavía muchas cosas imprevistas:
un vaso de agua
tendrá un sabor mejor
que otras veces;
un niño o un viejo, en un día de sol,
tiritarán de frío;
en una noche cualquiera,
alguien a quien no esperábamos
llamará a nuestra puerta
con dedos temblorosos;
y detrás de las tapias cubiertas de yedra,
habrá casas abandonadas
donde se podrá imaginar
la vida que se ha ido.
Cuando todo sea automático,
estad seguros,
los sueños poblarán de historias
y aventuras
la frente de los niños dormidos.
Desconozco el autor
Para mis hijos, porque se que me leen, y disfrutan haciéndolo.
Porque la esperanza de un mundo mejor, sigue en nuestros corazones.
Buen día.
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