En algún rincón de esta vieja casa
-con paredes de colores
que antes eran estampadas-
tú sigues cantando, como aquellas nochebuenas,
a la niña de bizcocho
que era yo.
Tú sí hubieras entendido:
El entramado amargo de mi alma
está compuesto
con el mismo tejido
que formaba la tuya.
Tú si hubieras escuchado:
Mi llanto tiene acordes aprendidos
en los pliegues sinuosos de tu cara.
Me hubieses mirado
con ternura infinita.
Me hubieses hablado
del dolor de existir,
con el corazón a la intemperie,
desangrándose
en todos los rincones.
¡Qué dura es la vida –hubieras dicho-
en esta parte del país!
Y yo me hubiese sentido
un poco menos vencida.
Julia Conejo
Siempre en mi memoria, en cualquier fecha, pero hoy mas todavía.
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