Se me escapa el cariño a borbotones.
No puedo sujetarlo.
Se me cae de los ojos,
de los labios.
Como se cae la miel de una tostada
cuando no se ha distribuido bien.
Siento deseos de besar las palabras
que se apoyan casualmente
en mis oídos.
El impulso inaudito
de acariciar con suavidad furiosa
cualquier objeto que caiga
entre mis manos:
un sacacorchos,
un libro de poemas,
una factura del banco,
una mirada.
Hay en mi piel un exceso de ternura.
Una acumulación exagerada
de abrazos contenidos
que podrían -si fueran exportables-
erradicar las carencias afectivas
que oscurecen
en decenas de países
el mapa de la infancia.
Julia Conejo
Es que para mi, los niños son sagrados, no me cuesta nada querer a todos los niños que tengo a mi alrededor. A unos mas que otros, logicamente.
Por eso no concibo que haya desalmad@s que les hagan daño, es algo superior a mis fuerzas, algo que me produce nauseas y no puedo soportar y maldigo a toda esa gentuza.
Yo derrocho ternura, sobre todo con los niños !!
Feliz domingo.
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