Agapito Pito era un rimador nato y recalcitrante.
Un buen día viajó a un extraño país en donde toda rima, aunque fuese asonante, era castigada con todo rigor incluyendo la pena de muerte.
Pito empezó a rimar a diestra y siniestra sin darse cuenta del peligro que corría su vida. Veinticuatro horas después fue encarcelado y condenado a la pena máxima.
Considerando su condición de extranjero, las altas autoridades dictaminaron que podría salvar el pellejo solamente si pedía perdón públicamente ante el ídolo antirrimático que se alzaba en la plaza central de la ciudad.
El día señalado, el empedernido rimador fue conducido a la plaza y, ante la expectación de la multitud, el juez supremo del tribunal le preguntó:
—¿Pides perdón al ídolo?
—¡Pídolo!
Agapito Pito fue linchado ipso facto.
Otto Raúl González
No se a vosotr@s, pero a mi me ha hecho gracia.
Ayer nació un nuevo blog, al que deseo una larga y venturosa travesía.
Como está recien estrenado, todavía tiene poco para leer, pero en cuanto coja marcha, pondré el link para que lo visiteis cuando querais.
Viernes de nuevo, disfrutar del finde.
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