Por la Calle Tristeza y aledaños cruza a veces
el hombre de los globos.
Y basta ver su manojo de globos para que
las calles muden de nombre:
a Calle del Sosiego
o de la Risa.
el hombre de los globos.
Y basta ver su manojo de globos para que
las calles muden de nombre:
a Calle del Sosiego
o de la Risa.
De vez en cuando el hombre de los globos
regala a quienes pasan
globos verdes
o naranjas
o rojos
o violetas...
regala a quienes pasan
globos verdes
o naranjas
o rojos
o violetas...
Y de pronto sus caras se encienden
como la de un niño cuando va a la feria
(como ese niño grandullón que somos).
como la de un niño cuando va a la feria
(como ese niño grandullón que somos).
Con un nudo se los atan al brazo
y olvidan
(mientras tienen gas los globos)
el primitivo nombre de la calle.
y olvidan
(mientras tienen gas los globos)
el primitivo nombre de la calle.
(Oiga, señor, déme ese globo azul.
Sí, por favor: ¡ lo necesito tanto !)
Sí, por favor: ¡ lo necesito tanto !)
Ojalá que al doblar aquella esquina
veamos venir al
hombre de los globos.
veamos venir al
hombre de los globos.
Saiz de Marco.
Que ideal sería tener siempre a mano al hombre de los globos.
Buen día.
Preciosa reflexión, un beso
ResponderEliminarGracias, guapa !!
ResponderEliminarEspero leer pronto las tuyas, así que ponte las pilas, jajajaja
Besicos, muchos.