Olvidar es higiénico,
es un limpiador mágico:
lava heridas profundas,
arranca viejas costras,
borra manchas mugrientas,
retira los escombros,
lleva el hierro oxidado a plantas de residuos,
saca restos de hollín,
desfonda pozos ciegos,
desatasca desagües,
te remoza,
te aclara,
deja correr el aire donde había sólo trastos…
Olvidar es fantástico,
raya en lo milagroso:
lo que una vez pasó no pasó nunca.
Sin su ayuda eficaz, sin su lograda técnica,
¿cómo resistiríamos?
¿Quién podría caminar entre tejas caídas,
desvencijadas losas,
astillas que se clavan,
vidrios rotos,
cascotes…?
Sea siempre bienvenido el ilustre fregón,
el hábil fontanero,
el pintor que recubre de cal las mohosas piedras.
-Eh oiga, el del mono blanco
(sí, usted: el de la brocha y la escalera al hombro):
¿enluciría usted estas sucias paredes?,
¿vertería sobre ellas una capa
de olvido?
Saiz de Marco
Y tanto que es higiénico !!
Los malos ratos, lo mejor envolverlos en una capa de olvido y abandonarlos en un rincón.
El tiempo se aliará con el olvido para que tus heridas dejen de doler.
Buen día.
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