No era la abuela,
quien perdía la memoria,
era la memoria quien progresivamente
perdía a la abuela,
quien la iba haciendo insignificante, encogiendo
bajo la lente cóncava del frío,
y ella tan quieta y plana
tras los postigos del balcón,
cincuenta metros cuadrados
para un insecto de ternura,
alas dañadas, si aún alas,
esperando que alguien le abriera pronto
la ventana
o el poema.
Tenía un crucifijo en el cabezal de la cama,
y no era creyente. Una maleta destartalada
en un rincón de la alcoba, y no atravesó
ninguna frontera. El bolsillo del delantal
llena de caramelos, y no era golosa.
Un pintalabios a juego con el tono lavanda
de su piel y dos blusas de cachemira,
pero nunca abandonó la órbita
inclinada y lentísima del duelo.
Todas estas cosas tenía.
Quién era. Si supiera buscarla
en lo que no tenía.....
Gemma Gorga
Barcelona 1968
Se avecinan dias de celebración.
Los niños van para arriba y los abuelos para abajo, pero cuanta falta hacen !!
Buen día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario