Un día supiste por fin
lo que tenías que hacer, y empezaste,
aunque a tu alrededor las voces
seguían gritando
sus malos consejos....
aunque toda la casa
empezó a temblar
y sentiste el antiguo tirón
en los tobillos.
“¡Arreglame la vida!”
gritaba cada voz.
Pero no paraste.
Sabías lo que tenías que hacer,
aunque el viento hurgaba
con sus dedos rígidos
en las bases mismas...
aunque su melancolía
fuese terrible. Ya era bastante
tarde, y una noche salvaje,
y la calle llena de ramas
caídas y de piedras.
Pero de a poco,
mientras dejabas las voces atrás,
las estrellas empezaron a arder
entre las sábanas de nubes,
y había una voz nueva,
que lentamente
reconociste como tu propia voz,
que te acompañaba
mientras te adentrabas más y más
en el mundo,
decidida a hacer
lo único que podías hacer... decidida a salvar
la única vida que podías salvar.
Mary Oliver
Y así llegas a la conclusión de que no puedes hacer nada para salvar a quien no quiere ser salvado.
Y nadando, nadando - a veces, a contracorriente - abandonas, y salvas tu propia vida.
Todo esto en sentido metáforico, claro !!
Buen día.
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