Como estudiaban juntos
él llegaba a las tardes de estudio
con atlas bajo el brazo,
con orgullo de un niño que transporta en sus manos
cordilleras y ríos, países y montañas.
Llegaba y se sentaba al lado de ella
a explicarle los mapas
con su dedo infantil,
torciendo las fronteras de forma que Inglaterra
por curiosa extensión dejaba de ser isla
y llegaba al borde mismo de su falda.
Después de muchas tardes, al acabar el curso,
a ambos les quedaba
la sensación primera de descubrir el mundo:
con unas vagas nociones de geografía
doblaron el estrecho de la infancia
y abandonaron, confundidos, los mapas.
Silvia Ugidos. Oviedo, España, 1972
Efectos Secundarios, Antología, 2004
La emoción de descubrir el mundo y la vida juntos, supongo.
Buena noche.
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