En una noche que debió ser lluvia
o en el muelle de un puerto tal vez inexistente
o en una tarde clara, sentado a una mesa sin nadie,
se me cayó una parte mía.
No ha dejado ningún hueco.
Es más: pareciera algo que ha llegado
y no algo que se ha ido.
Pero ahora,
en las noches sin lluvia,
en las ciudades sin muelles,
en las mesas sin tardes,
me siento de repente mucho más solo
y no me animo a palparme,
aunque todo parezca estar en su sitio,
quizá todavía un poco más que antes.
Y sospecho que hubiera sido preferible
quedarme en aquella perdida parte mía
y no en este casi todo
que aún sigue sin caer.
Roberto Juarroz
Cuando se presenta la disyuntiva de tener que elegir - y se presentan muchas en la vida - se elige y punto. Si la opción elegida ha sido la correcta o no, solo lo sabremos al final del camino, mientras tanto hay que apechugar con las consecuencias.
Acaba de terminar otro delicioso pero agotador fin de semana. Tengo ganas de que llegue la tranquilidad. Definitivamente no estoy en forma.
Buen día.
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