Ponte el pudor.
Está allí, debajo del lecho
junto a las ropas caídas.
Dilúyelo sobre tus mejillas
como si fuese un maquillaje.
Alisa tu piel
y ese tablero de ajedrez borracho
de tu falda de cuadros.
Abróchate la blusa
y adopta otra vez
esa actitud ingenua de muchacha formal.
Ordena tus cabellos y tus prejuicios.
Camina con esa dignidad desvencijada
que usas los domingos
para asistir a misa.
Tan pronto atravieses el umbral
serás nuevamente tú
la pequeña burguesa incomprendida
con tus veinte años de lugares comunes
y tu boca repleta de palabras usadas.
Serás la rutinaria.
La formal.
La limitada.
Creerás otra vez en Dios
así como antes creías en tu cuerpo,
y estarás llena de moral
así como antes estabas llena de mí.
Aquí en mi habitación
quedó tu lujuria hipócrita
y tu doble moral.
Mañana volverás
y entonces te diré las palabras de siempre:
Ponte tu cuerpo
quítate el pudor y las ropas
y ven así, desnuda
a engañarnos pensando
que no hemos empezado a envejecer.
Miguel Méndez
Colombia 1942
Ya queda poco de este día en que he podido disfrutar de todos mis niños, grandes y chicos.
En definitiva, que soy una gallina clueca y me encanta estar rodeada de mis polluelos.
Y mañana volveré a cambiar de aires. Es mi sino, ir sembrando aquí y allá sin dejar que ahonden las raices. Pero siempre tengo donde volver. Soy inmensamente afortunada.
Quizá durante unos días no pueda aparecer por aquí tanto como me gustaría.
Dormid bien y soñar bonito.
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