Yo, mi, me, con..miga

lunes, 4 de febrero de 2013

Itinerario.


Vino al mundo una tarde

como todas: con sol, y viento, y agua.

(Bajo la luz de mayo).

Gritó que estaba libre,

que dormía bien, que andaba

muy corto todavía, pero firme,

el suelo verdeazul que le prestaron

para hacer correrías de sus sueños.



Comenzó a hacerse niña.

Le bajaba

una lluvia de estrellas a los labios.

Se le decapitó la voz en un torrente

de ternura.



Una noche cualquiera

se fue vistiendo de mujer; sus ingles

se engastaron de musgo, de amapolas;

y daba una migaja de su día

a cada sol, a cada viento. Era

como una procesión por dentro de candiles,

como una ensimismada soñolencia,

como una catarata de hermosura

su pelo, suelto, al aire,

sus pechos como nieve,

sus muslos de jardín, su alma de espera.



Luego, la madurez le trajo

un temblor de humedad hasta los párpados,

severa y dulce propensión al frío.



Una vejez sin nadie

izó su palma blanca en las ventanas

y oscureció la luz.

Se puso en el escote

la flor antigua de sus quince años,

mientras el rímel iba

haciéndose ya río en las ojeras

y el espejo guardaba otro tiempo en sus orillas.



Y un alba lastimosa

se hizo muerte al fin, con su nostalgia

antigua, con sus trenzas quebradas por las horas,

con su cansado corazón de bosque ausente,

con su grito

de sueños sin pisar: esqueleto

vuelto por fin ceniza en un sopor extraño;

ofrenda dura y honda de sangre hacia la nada.

 

Manuel Naranjo.




Todos nacemos y morimos, es cierto, pero unos dejamos mucho aquí, y otros parten con casi todo lo que tienen, y es triste la verdad, porque todo lo que vale la pena, no suele tener valor material.

Buen día.


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