A la madrugada en punto, antes de que despiertes, escribiré cuatro libros de poesía.
Al quince a las sol, besaré tu boca, tu cuello y ejerceré mis versos en tu cuerpo.
De ahí hasta las mediodía, nos esconderemos del tiempo.
A las viento y tarde, bailaremos en el cielo, plantaremos un árbol, visitaremos al abuelo.
A las sol y media, declararemos victoria frente a la televisión y el dinero.
A las sombra de la tarde, nos fugaremos entre risas y juegos.
Entre las sol y el ocaso, tomaremos nuestras manos, conversaremos con los perros, fumaremos un cigarro y preguntaremos cosas.
A la luna exacta, bajo un cielo tupido de besos callados, mis manos, espejos de tu cuerpo, recogerán la lluvia que resbala por las mejillas del aire;
tus mejillas hablarán de caricias hasta que sea la madrugada en punto y retorne yo a mis versos.
Así rodarán los días a partir de mañana.
Te lo digo desde ahora, para que mandes al carajo los relojes.
Ricardo Dávila.
El tiempo pasa. Continuamente el reloj de nuestra vida avanza hacia nuestro final, nosotros seguimos nuestro camino, sin darle importancia al tiempo.
El tiempo que realmente vivimos, es aquel en el que somos felices; ese tiempo es el único vale, el que recordaremos.
Buena noche.
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