Yo, mi, me, con..miga

sábado, 21 de abril de 2012

La corbata.




Un hombre avanzaba desesperado por el desierto. Acababa de beber la última gota de agua de su cantimplora. El sol sobre su cabeza y los buitres que lo rondaban anunciaban un final inminente.

    - "¡Agua!", gritaba. "¡Agua!¡Un poco de agua!"

    Desde la derecha vió venir a un beduino en un camello que se dirigía hacia él.

    - "¡Gracias a Dios!", dijo. "¡Agua por favor... agua!"

    - "No puedo darte agua", le dijo el beduino. "Soy un mercader y el agua es necesaria para viajar por el desierto."

    - "Véndeme agua", le ruega el hombre. "Te pagaré..."

    - "Imposible “efendi”. No vendo agua, vendo corbatas."

    - "¿¿¿Corbatas???"

    - "Sí, mira qué maravillosas corbatas... Estas son italianas y están de oferta, tres por diez dólares... Y estas otras, de seda de la India, son para toda la vida... Y éstas de aquí..."

    - "No... No... No quiero corbatas, quiero agua... ¡Fuera! ¡Fueraaaaa!"

    El mercader siguió su camino y el sediento explorador avanzó sin rumbo fijo por el desierto.

    Al escalar una duna, vió venir desde la izquierda otro mercader. Entonces corrío hacia él y le dijo:

    - "Véndeme un poco de agua, por favor..."

    - "Agua no", le contesta el mercader. "Pero tengo para ofrecerte las mejores corbatas de Arabia..."

    - "¡¡¡Corbatas!!! ¡No quiero corbatas! ¡Quiero agua!", gritó el hombre desesperado.

    - "Tenemos una promoción", insiste el otro. "Si compras diez corbatas, te llevas una sin cargo."

    - "¡¡¡No quiero corbatas!!!"

    - "Se pueden pagar en tres cuotas sin intereses y con tarjeta de crédito. ¿Tienes tarjeta de crédito?"

    Gritando enfurecido, el sediento siguió su camino hacia ningún lugar.

    Unas horas más tarde, ya arrastrándose, el viajero escaló una altísima duna y desde allí oteó el horizonte.

    No pudo creer lo que veían sus ojos. Adelante, a unos mil metros, vió claramente un oasis. Unas palmeras y un verdor increíble rodeaban el azul reflejo del agua. El hombre corrió hacia el lugar temiendo que fuera un espejismo. Pero no, el oasis era verdadero.

    El lugar estaba cuidado y protegido por un cerco que contaba con un solo acceso custodiado por un guardia.

    - "Por favor, déjeme pasar. Necesito agua... agua. Por favor."

    - "Imposible, señor. Está prohibido entrar sin corbata......"




 Jorge Bucay




Que tengais un fin de semana especial.
El mío lo será, seguro.

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