Aquí la menda " gramando " como de costumbre en cuanto atisbaba una cámara de fotos enfocándome. Estaba claro que no iba para modelo, ja, ja, ja, ja.
A los mas jóvenes, el como eran las muñecas de antaño, les sonará a chino, pero los de mi edad y mas mayores, entenderán perfectamente lo que quiero decir.
Cuando tuve uso de razón, las muñecas eran de cartón, con el pelo dibujado.
Un poco mas tarde, seguían siendo de cartón, pero ya tenían pelo. Parecía zurria, algo así como lana enmarañada.
Después salieron de plástico duro, y con el mismo pelo, hasta llegar a las que llamábamos de carne, mas parecidas a las de hoy en día, pero que tenían el pelo insertado en una coronilla, todavía de plástico duro.
Pero poco antes de suceder lo que os voy a contar, las de carne, ni las habiámos olido.
La corta historia de nuestras muñecas.
Mi tía, la hermana pequeña y soltera de mi padre, trabajaba en Zaragoza, no sé muy bien, si sirviendo o de niñera en casa de un abogado que tenía tres hijos.
Y como era natural viajaba con ellos, y se movía en otros ambientes, que los que no saliamos del pueblo, mas que en ocasiones muy especiales.
Pues bién, tuvo la genial idea de traernos a mi hermana y a mi, de uno de estos viajes, dos muñecas, una para cada una, exactamente iguales, supongo que para que no peleáramos, pero amigo !! el que no las diferenciáramos, fué el desencadenante de esta historia.
Todavía viviámos en el Barrio Nuevo.
No recuerdo si era un día de primavera , o de principios de verano, pero si de que era un día radiante, de los que las golondrinas volaban en vuelo rasante por la calle.
Ambas,habiámos salido a jugar enfrente de casa, en la puerta de Roque.
Como yo era la terrible Fifí, y supongo que no le habría dado muy buena vida a mi muñeca, pero desde luego no tenía un pelo de tonta, me quise coger la mas nuevecita.
Mi hermana gritaba " que no, que esa es la mía ", y yo " si hombre, porque lo digas tu ", en estas, que si, que no, que agarré a la muñeca por las piernas, y la estampé contra la pared de Roque.
El casquete duro, en el que estaba insertado el pelo, salió volando.
Mi hermana que lo vió, después de la sorpresa, salió en estampida a decírselo a mi madre, momento, que yo aproveché, para coger la otra muñeca, y estamparla también.
Cuando salió mi madre, las dos muñecas, yacían descabezadas en el suelo.
No recuerdo cual fué el castigo, pero seguramente, hubiera llegado a la conclusión que llegan hoy los criminales, que iba a ser el mismo, por un crimen que por dos, y así evité que me adjudicaran a mi, la descabezada y mi hermana se quedara con su muñeca flamante.
Realmente esta es a la conclusión que llegué muchos años después, no lo que pensara entonces, que era traviesa, pero un alma cándida.
Los intentos de pegárseles, fueron fallidos, porque menudos pegamentos teniámos entonces también !!
Pero esa, es otra historia.........
Buen domingo.
Cuando tuve uso de razón, las muñecas eran de cartón, con el pelo dibujado.
Un poco mas tarde, seguían siendo de cartón, pero ya tenían pelo. Parecía zurria, algo así como lana enmarañada.
Después salieron de plástico duro, y con el mismo pelo, hasta llegar a las que llamábamos de carne, mas parecidas a las de hoy en día, pero que tenían el pelo insertado en una coronilla, todavía de plástico duro.
Pero poco antes de suceder lo que os voy a contar, las de carne, ni las habiámos olido.
La corta historia de nuestras muñecas.
Mi tía, la hermana pequeña y soltera de mi padre, trabajaba en Zaragoza, no sé muy bien, si sirviendo o de niñera en casa de un abogado que tenía tres hijos.
Y como era natural viajaba con ellos, y se movía en otros ambientes, que los que no saliamos del pueblo, mas que en ocasiones muy especiales.
Pues bién, tuvo la genial idea de traernos a mi hermana y a mi, de uno de estos viajes, dos muñecas, una para cada una, exactamente iguales, supongo que para que no peleáramos, pero amigo !! el que no las diferenciáramos, fué el desencadenante de esta historia.
Todavía viviámos en el Barrio Nuevo.
No recuerdo si era un día de primavera , o de principios de verano, pero si de que era un día radiante, de los que las golondrinas volaban en vuelo rasante por la calle.
Ambas,habiámos salido a jugar enfrente de casa, en la puerta de Roque.
Como yo era la terrible Fifí, y supongo que no le habría dado muy buena vida a mi muñeca, pero desde luego no tenía un pelo de tonta, me quise coger la mas nuevecita.
Mi hermana gritaba " que no, que esa es la mía ", y yo " si hombre, porque lo digas tu ", en estas, que si, que no, que agarré a la muñeca por las piernas, y la estampé contra la pared de Roque.
El casquete duro, en el que estaba insertado el pelo, salió volando.
Mi hermana que lo vió, después de la sorpresa, salió en estampida a decírselo a mi madre, momento, que yo aproveché, para coger la otra muñeca, y estamparla también.
Cuando salió mi madre, las dos muñecas, yacían descabezadas en el suelo.
No recuerdo cual fué el castigo, pero seguramente, hubiera llegado a la conclusión que llegan hoy los criminales, que iba a ser el mismo, por un crimen que por dos, y así evité que me adjudicaran a mi, la descabezada y mi hermana se quedara con su muñeca flamante.
Realmente esta es a la conclusión que llegué muchos años después, no lo que pensara entonces, que era traviesa, pero un alma cándida.
Los intentos de pegárseles, fueron fallidos, porque menudos pegamentos teniámos entonces también !!
Pero esa, es otra historia.........
Buen domingo.
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